domingo, 31 de mayo de 2015

DOS MUJERES: DOS HISTORIAS

Las mujeres de las que voy
a escribir para contar sus
individuales historias, son
vecinas mías.
Una de ellas es casada y la
otra, es soltera, pero las dos
llaman la atención a su forma...



                                       Resultado de imagen para mujeres viejitas  dibujadas                                                       


          Voy a contar primero de Cuky, la casada. Vive a tres cuadras de mi casa y de tanto en tanto, pone carteles en su puerta que es psicóloga, otras veces maestra, y nada de esto es. Sólo es una simple ama de casa o jefa de hogar como denominan en otros países. Le gusta usar sombreros blancos con franjas rojas y que cuelguen hacia la espalda, también usa pantalones blancos, sus zapatos del mismo color haciendo juego con sus gafas.
          Cuando pasa por alguna de nuestras casas, no se la puede mirar ya que el enojo lo tiene en la punta de los labios. Una vez, para una navidad que no recuerdo el año, me contó una amiga que es vecina de ella, que andaba con uno de esos carros de supermercados, y le dijo que se suba a ese vehículo de compras, porque si se enojaba era o es capaz de pegar; entonces mi amiga, se subió cómo pudo y Cuky la paseó por toda la manzana, sintiendo mucha vergüenza ante los vecinos de ella, y todos sabiendo el comportamiento de esta buena mujer. Cuando se cansó, la bajó y se fue a su casa y mi amiga a la suya también.
          Otra vez, yo me encontraba barriendo mi vereda, y de repente, aparece como salida de la nada. Me empieza a hablar que era una barbaridad todo lo que pasaba... y se me ocurrió llevarle la corriente, o sea, le asentía todo que sí, hasta que ella me mira seria y alza la voz diciendo:"-¡Cómo dice que sí, si no es así!!-" Yo, tuve que cambiar la versión y arreglar la cuestión en minutos, entonces le dije: "-A nooo, tiene razón, es como usted dice, no puede ser así...-".
          Cuando no se la ve, dicen los que saben, que el esposo para ir a trabajar tranquilo, le da pastillas sedantes para que se quede en su casa y no haga desastres, como cierta vez, quemó la puerta del frente y el esposo tuvo que poner otra nueva.
          La otra mujer es la solterona. Sus ochenta y dos años, trabajando toda su vida de empleada doméstica, tiene propiedades que su papá compró hace muchos años atrás, y ella se las regaló a un primo que es muy bueno con ella. Cuando necesita algún favor, nos llama a la puerta a todo gritos y  siempre acompañada por sus mascotas fieles que recogió de la calle. Y ella agradece barriendo la vereda o haciendo pequeños regalos, que apenas puede comprar. Y vive solita, la pobre mujer, renegando contra todo y contra todos, principalmente con los vecinos de su cuadra, y el enojo lo demuestra caminando por debajo del pavimento. Me da pena por ella, también piensa así otra vecina que es buena con ella, y la ayuda mucho en todo.
          En fin, son dos mujeres que tienen sus historias y las quise mencionar en este blog, para hacerles una pequeña mención y tal vez, habrá muchas como ellas en el anonimato y nadie se moleste por hacer algo o ir en ayuda de compañía al menos, por un rato...


Historia real, son dos vecinas que aprecio y viven en la actualidad.
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