nadie busca hacerlo, pero,
hay situaciones que ya sea
por contagio o por abuso
en las comidas, que debemos
presentarnos en dicho lugar,
para que nos atienda y nos
medique si es necesario,
el médico de guardia...
Se me presentó una molestia en el abdomen, y decidí ir a la sala de guardia, para que me revisara una doctora muy buena en su profesión respectiva. Era la primera vez que concurrí a ese hospital donde la ubiqué gracias a los datos que me dio su secretaria.
Lleno y firmo la planilla de entrada, y me dispongo a estar en dicha sala. Un mundo de gente estaba allí. Algunos en silla de ruedas, otros vendados y varios en estado de congestión nasal y bronquial. Espero tranquila esperando que me llamen por mi apellido, mientras las personas que estaban allí, se fijaban en un número para pasar.
Les pregunté si llamaban por el apellido, y contestaron que no, era por un número que venía grabado en la hoja con los datos que dieron en mesa de entrada. Mientras tanto, divisé a una mujer en el consultorio que de tanto en tanto, salía del pequeño consultorio, y esperaba que la misma médica que yo buscaba, viniera de una cirugía de urgencia que estaba practicando.
De repente, se fue la que estaba esperando, ya había pasado dos horas desde que había llegado. Eso sí, su cara mostraba gran enfado y rabia... Le toca el turno a mi número, y entro. Pero no era la doctora que buscaba. Le hablé a esta otra médica diciéndole que no era a ella a la que buscaba, y muy amable responde que la espere.
Vuelvo a la sala y veo a la doctora que buscaba, ella me mira, me saluda y me hace ademanes que espere un momento, para atenderme. Ya habían pasado dos horas. Salgo por un pasillo y voy a otra sala donde estaba el quirófano de urgencia. La puerta estaba abierta y la doctora limpiaba o desinfectaba a la paciente, con un dedo lleno de sangre. Muchos de los que estábamos en ese lugar, pudimos ver tal procedimiento, hasta el punto que le puso en el dedo...
También observé que esa mujer del dedo, una educadora de secundaria de una escuela importante de esta ciudad, amenazó a la secretaria de mesa de entrada, porque no le permitía el turno primero, le tomó los datos y otras cosas más, y eso a mí me pareció injusto, ya que a los cinco minutos la atendieron.
Finalmente después de tres horas, me atendió dicha doctora, me revisó y me indicó unos estudios que en días más, me los haré. Y de tanto estar parada, al otro día, tuve que permanecer en cama, sólo por algunas horas para reponerme y seguir adelante.
Diana Angra, historia verdadera del día 14/8/2015
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