miércoles, 14 de octubre de 2015

UN ASADO ESPECIAL PARA EL VIAJE DE FIN DE CURSO...

Hace tantos años que egresé
de la secundaria, y de repente
llegaron a mí los recuerdos
de aquél asado familiar para
recaudar dinero para el viaje
de fin de curso, una fiesta que
dio mucho para hablar...


                                 Resultado de imagen para imagenes de asados a la parrilla                                     


          Para hacer esa reunión con personas a las cuales les vendimos una tarjeta que estaba incluido el asado donado por el padre de una de mis compañeras, en un club cercano al colegio, fue toda una aventura. En primer lugar, con la venta de las tarjetas mencionadas, se alquiló un salón, mientras íbamos a los comercios de la ciudad pidiendo una colaboración de artículos para rifar o rematar en dicha reunión.
          Algunos comerciantes eran generosos y otros no. Desde paquetes de caramelos hasta medias de nylon de mujer, que ya estaban pasadas de moda. Yo, me encontré con un amigo que estaba vendiendo rifas para un club de barrio, que valían 1 peso, y le ofrecí las mías a 10 pesos, le compré una a él y él me compró dos porque iba a ir con un amigo. (Poco tiempo después, me casé con él y hoy es mi esposo...).
          En el salón, cuando todo estaba listo, empezamos a servir los chorizos, y luego vendría la carne. Era tanta la gente, que no dimos abasto, y volviendo a mi "amigo", cuando le traigo la fuente con la carne, ¡oh sorpresa! se había retirado junto a su conocido, sin comer algún bocado y sin despedirse de mi.
          Pasó hora y media de haber cenado, y las personas estaban allí esperando el sorteo de las cosas donadas. De pronto mi padre se para al frente del público y nos dice que él va a rematar las cosas para sacarle buen precio. Y empezó. Eligió un par de medias de nylon de mujer, esas mismas que ya no las usaban las mujeres. Las cotizó en 2 pesos, y al que lo miraba lo señalaba y le aumentaba el precio de las medias, entonces, para entonces,  ya costaban 150 pesos de aquella época, y mirando a todos los presentes, lo mira al  padre de una compañera y mi padre le dice:"-¡Vendido al señor por 150 pesos! -" El pobre hombre con mirada rabiosa y mirando a la esposa, a la hija y a mi padre, sacó su billetera y pagó ese dinero dándoselo a otra compañera encargada, diciendo que no quería comprar esas medias, que en realidad, estaba acompañando a su hija en la noche del sábado.
          La fiesta terminó tarde y gracias a la colaboración de muchos, se recaudó bastante esa noche. El dinero se depositó en el banco, hasta  la fecha del viaje de egresadas, viaje que yo no fui porque ya había encontrado trabajo.



Historia verdadera, año 1977. Diana Angra*
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