miércoles, 20 de marzo de 2024

CALLE CASEROS AL MIL, UN PASO A OTRA DIMENSIÓN...

 La siguiente historia parece sacada

de una serie de ciencia ficción, pero

me pasó realmente junto a tres amigas

yendo al colegio de secundaria....





          Éramos tres vecinas, dos hermanas y yo que vivíamos a tan solo cien metros de distancia entre nuestras viviendas y concurríamos al mismo colegio que ya he mencionado en otro capítulo. La hermana mayor concurría conmigo y era cinco años mayor que yo, y su hermana era dos años menor que yo y también era alumna del mismo colegio.

          A las tres, nos gustaba caminar y lo hacíamos yendo al colegio. Había una distancia más menos de veinticinco cuadras, y conversando de varios temas se nos hacía muy corto el camino. Pero, cierto día, de por sí, muy lindo, se nos ocurrió cambiar de ruta, o el destino nos llevó a esa experiencia insólita y desconocida. Generalmente íbamos siguiendo calle Necochea, Maipú, Drago y Brown hasta calle Pedro Pico y derecho hasta el colegio Santa María de los Apóstoles, más conocido como La Pequeña Obra, dirigido por hermanas misioneras.

          Ese día, a las trece horas con veinte minutos, doblamos en calle Caseros y nos introducimos en el barrio Villa Mitre pasando por la famosa "Cinco Esquinas" y seguimos caminando por la misma calle. Una pequeña curva y continuó la calle, hasta que de pronto nosotras y las tres vimos lo mismo: " no había salida, las casas estaban dadas vueltas, era como estar dentro de una caja que alguien nos hubiera puesto..."

          Comenzamos a sentir pánico, nos comenzó a sudar el cuerpo, no había personas para pedir ayuda, fue horrible el momento,  hasta que se me ocurrió decirles a mis amigas  de volver por el mismo lugar que habíamos llegado hasta allí, y así lo hicimos. Con mucho valor y miedo a la vez, lo iniciamos, y una calle apareció a nuestra vista y se pudo retomar el camino a nuestro colegio. Y nunca más nos desviamos del recorrido habitual hacia el colegio.

          Pasaron los años, y quedó como una experiencia insólita en nuestra juventud, hasta que un día, mi marido me invita a ir caminando hasta el centro y pasar por aquella misteriosa calle Caseros, y yo me niego rotundamente a volver a transitar allí. Él me convence y me alienta a que no tenga miedo, que nada va a pasar y que todo va a estar bien. Me tomó de la mano mientras caminábamos por allí y grande fue mi sorpresa al ver las casas ubicadas normalmente y vi salidas por ambas esquinas. Aquel temor se fue y es el día de hoy que paso seguido y no veo nada extraño como aquella vez. Qué pasó, qué fué, no sé y creo que nunca lo sabré o sabremos.


Muchas gracias por llegar hasta aquí.

Atentamente: Diana.

          

                    

No hay comentarios:

Publicar un comentario