viernes, 5 de septiembre de 2014

SE COSECHA LO QUE SE SIEMBRA

La naturaleza nos da infinitas
lecciones. Una de ellas es que
la tormenta siempre es temporal
y después de su azote más fuerte,
vuelve a brillar el sol...


                                                                     

          Tampoco olvidemos ésta que se encierra en las sencillas palabras de San Pablo y que podemos comprobar sólo con salir al jardín: cosechamos justo lo que sembramos.
          Es obvio que si plantamos semillas de tomates, no recogeremos maíz. ¿Quién lo duda? Sin embargo, la mayoría de las personas espera recibir de la vida algo muy distinto de lo que siembra.
          Por citar dos ejemplos: el padre que exige respeto a sus hijos, mas no se lo da en la misma medida, planta en ellos las semillas de la falta de respeto.
          Aquél que traiciona la confianza ajena, siembra desconfianza en los demás. ¿Cómo espera recibir lo contrario?... Tenemos que estar muy conscientes de que cada gesto y actitud es una semilla que germina y da frutos. Es una ley natural.
          Por lo tanto, usémosla "científicamente" sembremos sólo aquello que deseamos recibir: buen trato, amabilidad, respeto, amor... Antes de "explotar", o decir palabras desagradables o hacer algo indebido, pensemos: ¿Qué siembro con esta acción? Es un esfuerzo que recompensa con maravillosos frutos.

                                                                  

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