viernes, 3 de octubre de 2014

UN MARIDO Y DOS MUJERES

Los velorios son muy tristes,
porque es el momento en que
se da la última despedida a
nuestros seres queridos, pero
hay ciertas ocasiones, que provocan risa...






                                                                           


          Uno de los tantos tíos que tenía mi esposo, no importa el nombre, era bastante pícaro con las mujeres, pero también era muy bueno. Yo lo conocí cuando me casé. Era muy flaco, pero también muy trabajador.
          Se había casado legalmente, por el civil y la iglesia, con su primera esposa y de esa unión tuvieron una hija. Hasta acá todo bien, pero resulta que cuando su hija tenía unos tres años, él se enamora de otra mujer y se separa de su familia.
          Se va a convivir con aquella señora por algunos años, pero ¡oh sorpresa! conoce a otra joven muy agradable y abandona a la anterior. Cambia de domicilio para mudarse con la nueva enamorada y viven felices un par de años solamente, porque aquella "enamorada joven agradable", lo abandona.
          Solo, despechado, se muda a lo de su mamá, o sea la abuela de mi esposo, y allí una vecina que se acercaba a charlar con la madre, le gusta al tío de mi esposo y se ha formado una pareja. Pareja que dura muy poco. Otra vez solo.
          Trabajando en poner asfalto para la municipalidad de esta ciudad, ve a una rubia, alta, delgada y con la mirada apenada. Se le acercó, la saludó y le preguntó qué le pasaba. La mujer, asombrada por tal gesto, le contó que convivía con un hombre bruto, salvaje y no la trataba bien.
          Al otro día, busca un departamento en alquiler, y cuando lo encuentra, compra muebles y mercaderías para convivir con aquella rubia, que conoció cuando trabajaba. Va en busca de la mujer y empiezan a convivir para siempre. Ella le llevaba como veinte años a él.
          De pronto el tío se empieza a enfermar, hasta que se quedó dormido para siempre. Lo llevan a la casa velatoria para su despedida final, llegan las flores en forma de corona con sus etiquetas de los familiares que ofrendan.
          La primera que llega decía:-"Tu esposa y tu hija, nunca te olvidarán...M y M...". Y todo quedó ahí, porque sabíamos de quien era. Cuando alguien de los familiares, sale a caminar un poco por el pasillo de aquel lugar, se encuentra con la primera esposa de él, que estaba velando a una abuela de ella en ese lugar, y se pone a llorar al saber la mala noticia. Justo estaba en el cuarto más cercano al de nuestro familiar.
          Traen una nueva corona de flores, con la siguiente leyenda:-" Tu esposa y tu hija, nunca te olvidarán... C y E..."-, y la colocan a la derecha del difunto y la otra estaba a la izquierda del mismo. Y las dos mujeres paradas ahí, acongojadas, una al frente de la otra, llorando por el hombre que habían amado. A mí personalmente, me causó mucha gracia, hasta el punto de reírme a escondidas. Una historia real de "Un marido y dos mujeres, la primera y la última". Menos mal que las otras esposas no se enteraron del fallecimiento del tío, porque si llegaban a estar todas, qué hubiera pasado, ¿no?

                                                                            

Historia verdadera.
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